miércoles, 4 de febrero de 2015

SÁLVAME, PABLO IGLESIAS

“Si Belén Esteban se montara un partido político, ganaría las elecciones”. Esta frase, que tantas veces hemos oído en los últimos tiempos, va camino de convertirse en realidad. Sólo hay que echar un vistazo al panorama político del país. Desde hace muchos años, la Esteban es una colaboradora habitual de Sálvame, y debido a sus apariciones se ha ganado el apoyo de miles de seguidores. Ella no necesitaría un programa electoral para arrasar en las urnas. Hoy en día, con salir en la tele y empatizar con el público, es suficiente. La política es lo de menos. Pues así es España, señores.
Mal que nos pese, Sálvame es uno de los programas más vistos de la televisión española. El Chiringuito de Pedrerol es el Sálvame del fútbol (y si no, desmiéntemelo), y La Sexta Noche ya se ha convertido en el Sálvame de la política. Incluso Iker Jiménez, en ocasiones, transforma su nave del misterio en el Sálvame de lo paranormal (con Enrique De Vicente vs. la ciencia). Parece que esta es la fórmula ganadora. En España ya no sabemos hacer las cosas de otra manera. El futuro es la Salvamización de los medios. Todo es farándula, polémica y ego. Todos son gritos, insultos y pataletas. Mi verdad es la que vale, y si me tocas los huevos te machaco. Cainismo y odio hasta el final. Yo soy trending topic, y tú no.  
No estoy insinuando que Pablo Iglesias sea como Belén Esteban. Son dos personas tan diferentes como el día y la noche. Pero el producto televisivo es el mismo. Si la Esteban es “la princesa” del pueblo, el coletas se ha convertido en “el salvador”. Y ambos lo han conseguido del mismo modo: discutiendo con gentuza en un plató. Al final, lo que importa no es tu programa político, sino el aguante que tengas cuando te echan encima a los leones. Si te vienes abajo, estás muerto. Si sales victorioso del combate, el pueblo te aclamará. El señor Iglesias ha salido victorioso y por eso está ahí. Lo que haga a partir de ahora, dependerá exclusivamente de su talento como político. Y ahí no habrán oratorias ni discursos que le valgan.    
Y yo me pregunto: ¿qué será lo próximo? ¿El Sálvame de los toros presentado por Jesulín? ¿El Sálvame de Historia de España dirigido por César Vidal? Puestos a pedir, a mí me gustaría el Sálvame del cine. Pero nada de programas aburridos con Cayetana Guillén Cuervo. Lo que yo pido son trapos sucios. Que sienten al director de El Niño y al de La isla Mínima y que se digan de todo. Que sienten a directores y actores famosos en un plató y que se saquen los hígados: “tú me jodiste aquella película”, “rodaste aquella escena para verme desnuda”, “te pasaste el rodaje colocado”, “le diste el papel a ella porque te la chupó”, “tu película es una mierda”. Seguramente, la taquilla del cine español funcionaría mucho mejor a partir de entonces. También me fliparía ver el Sálvame de la literatura. Aunque pensándolo bien, eso ya lo vimos en aquel mítico programa de Sánchez Dragó de finales de los ochenta. Al final va a tener razón Fernando Arrabal: el milenarismo va a llegar.   

Foto: bluper.es